No creo que en la pintura, tampoco en otras artes, haya un lenguaje culto y elevado y otro vulgar, por la misma razón pienso que no existen unas manifestaciones de arte profundo e intelectual, y otros que son populares o de menor rango. Pero si tuviera que encuadrarme estaría en este segundo grupo.
Esta exposición reúne obras que salvo excepciones he realizado en los últimos seis u ocho meses y casi todas parten de lo inmediato de mi “alrededor”, muchas de ellas con carácter de bocetos o apuntes para posiblemente proyectos más ambiciosos o de mayor envergadura.
Pintar para mi empieza por mirar alrededor, a esas pequeñas cosas que forman parte de la vida de cada uno, el mercadillo de los domingos, el pescado en el mostrador del mercado, las plantas del camino, un rincón de las Crispitas o las nieblas en Badajoz.
En nuestro entorno cada día percibimos emociones que invitan a compartirlas, llevarlas al lienzo o al papel o sencillamente contarlo a los demás y en ese proceso se produce la magia de comprobar como las luces de un rincón del río acaban siendo una obra y ya es un ente distinto, con vida propia, un paisaje por ejemplo.
Un bloque especial de esta exposición la componen plantas y flores que a cualquiera que mire al borde de los caminos, a las lindes de los cultivos o al margen del río ha visto alguna vez, pinceladas de color que se encuentran en el paisaje y a la vez componen el paisaje. Son un ejemplo, para mi muy atractivo, de como desde lo inmediato se construye lo universal.
Unas veces con mayor acierto, otras con menos, he disfrutado haciendo estas obras y sobre todo espero que transmitan o despierten alguna curiosidad, ya sea plástica o de otra índole, directamente sin intermediarios que tengan que explicarlas. Ojalá.
Ramón de Arcos 12 de diciembre de 2024
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