Historia de los Guadalperales 1962-1977
En este cuaderno se recogen datos originales sobre la fundación de Los Guadalperales, núcleo de Colonización que tiene su origen en el Decreto de 23 de julio de 1951 “por el que se declara de interés social las expropiaciones por el Instituto Nacional de Colonización de las fincas El Pasarón, Guadalperal de la Gania y Guadalperal de Labor”, que dio lugar al asentamiento de los primeros colonos en 1959.
El documento transcribe “de puño y letra” planos, relaciones de colonos y otros pobladores, tomando nota de todos los cambios surgidos en los “lotes”, término que asignaba el Instituto de Colonización, el Instituto, a la parcela, así como otros pormenores de los inicios de la localidad de los Guadalperales.
La información fue recogida y transcrita por Cándido Llerena García, que llegó a Los Guadalperales en verano de 1962, ocupando unos meses después un puesto de Mayoral Agrícola del Instituto de Colonización, que eran los responsables, primero de la asignación de “lotes”, y después de la formación y tutorización de los colonos, puesto vital para el desarrollo de la actividad agraria del recién creado Plan Badajoz.
La información contenida en este documento es de gran interés para toda la ciudadanía de Los Guadalperales y los estudiosos del Plan Badajoz, ya que recoge datos inéditos de los pobladores, además de información sobre las relaciones de los colonos con el Instituto, el proceso de colonización y de riego, y los resultados obtenidos en el periodo 1952-1963, aparte de comentarios sobre la forma de vida del colono.
Debido a la originalidad y fragilidad del manuscrito, el documento original ha sido depositado en el Centro de Estudios Agrarios de la Consejería de Agricultura, Desarrollo Rural, Población y Territorio de la Junta de Extremadura para su custodia, por lo que en esta fiel reproducción se puede consultar toda la información transcrita en el mismo.
Cándido Llerena, mi padre, fue una persona hecha a si misma: trabajador, honrado, riguroso y meticuloso, llegó a Los Guadalperales en 1962 debido a que una tormenta arrasó su futura cosecha de cereal en Esparragosa de Lares, meteoro que desencadenó su viaje para buscar la prosperidad que se vislumbraba en los “pueblos nuevos”, arropado por sus amigos Cándido y Rafa, además del apoyo incondicional de mi madre, Irene.
Allí recaló como peón agrícola de la parcela de experiencia del Instituto, donde fue convencido por sus ingenieros parar formarse técnicamente, era un hombre muy capaz, gracias a la luz de un candil que iluminaba sus lecturas en la posguerra se había “devorado” todos los documentos de agronomía y agrimensura que le habían llegado a la mano.
Una vez trasladados al nuevo pueblo mi madre y mis hermanos, mi padre tomó el camino hacia la Escuela de Mayorales que tenía el organismo colonizador en Lérida, donde se formó como Mayoral Agrícola, consiguiendo el número uno de su promoción. A su regreso ocupó plaza de Mayoral en Los Guadalperales, siendo uno de los precursores de la moderna agricultura en las Vegas Altas, fundamentalmente la fruticultura, por lo que los agricultores le llamaban cariñosamente como “Cándido el de los árboles”.
Tras su paso como gerente por la central hortofrutícola de Madrigalejo, fue destinado entre 1977 y 1982, también como Mayoral, en Valdehornillos, trasladándose después a la Jefatura provincial del, entonces, Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario, IRYDA, que luego con las transferencias entre el Ministerio y la Junta de Extremadura se convirtió en el SEREA; Servicio Extremeño de Reforma y Desarrollo Agrario, donde estuvo destinado en la sección de contabilidad hasta su jubilación.
Fue ya en este periodo cuando Cándido fue recopilando toda la información desde distintos documentos hasta esta libreta, donde queda recogida la historiografía de este Los Guadalperales.
Quizá el paso del tiempo sepa valorar la labor de un grupo de hombres y mujeres que fueron los protagonistas de la transformación económica y social más importante de Extremadura.
Sirva esta aportación para homenajear a mi padre y a mi madre que, con trabajo y sacrificio, apoyaron siempre la vocación de sus hijos para que buscasen en su formación el revulsivo para su progreso, sin olvidar nunca los valores humanos aportados por aquellos hombres y mujeres que crearon aquellos prometedores pueblos.
José Luis Llerena Ruiz
Badajoz 24 de agosto de 2022
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